Con cada lectura, cada curso o cada puesta en común o conversación con mis compañeras, con cada charla con algún familiar de mis niños y niñas, o incluso con la gente que me rodea y a la que en ocasiones aburro con mis inquietudes sobre el trabajo por proyectos, me doy cuenta de lo mucho que me queda por aprender, mejorar, renovar,… pero también me doy cuenta de que, en este camino he avanzado bastante. De acuerdo a mi forma de ser, y, aunque en ocasiones me gustaría ser más impulsiva, tal y como nos contaba Marisol de sí misma, estoy recorriéndolo poco a poco.
Estoy satisfecha con mi práctica, aunque me gustaría convertir mi aula en un entramado con más sentido, con más sentimiento de grupo, donde se dejen paso a las emociones y donde todas las prácticas que se llevan a cabo, sean de valor. Por ello, a modo de propósitos de año nuevo, éstas son las cosas que me gustaría cambiar o que quiero mejorar (en principio): gestionar una conversación para no ser yo la que casi siempre formule las preguntas, para no ser el habitual centro de las miradas de los niños y niñas; involucrar más a las familias, de una forma real; no tener tantas dudas a la hora de plantear mi programación para que recoja esta forma de trabajo; encontrar una manera de tratar y hacer partícipe al alumnado, de la información que nos va llegando al aula, es decir, saber cómo enfrentarme a los documentos, fotos, libros,… que traen de casa.
Espero conseguirlo, avanzar, y seguir así disfrutando del proyecto que estamos generando en la clase de las ballenas.
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