Cuando leo el texto de Marisol pienso en todo el camino que me queda por recorrer a pesar de mis muchos años de profesión.
Imagino su aula como un “pequeño laboratorio” en el que unos científicos muy especiales ávidos de conocimiento y saber para aplicar en su día a día, en su “importante” experiencia de vida, organizan su trabajo en un continuo devenir de ideas, atendiendo a hipótesis y parámetros que ellos mismos se marcan, y que se desarrollan en un clima sano, tranquilo, en el que el afecto, la colaboración y la seguridad, al igual que la guía de alguien que los orienta, desmaraña sus ideas y desentraña sus inquietudes mas profundas, propicia el que cada uno tenga su lugar a nivel individual y dentro del grupo.
Entonces miro a mi aula, veo mi día a día, y aunque todavía estamos muy distanciadas, es cierto que el trabajo de Marisol ya no lo veo tan lejano, tan utópico como lo veía el año pasado; pues yo misma no me lo creía, pensaba que eso que me contaba junto con Fernando estaba hacia “el infinito y más allá”, a años luz de mi quehacer cotidiano, pero la última sesión que tuvimos con Fernando el año pasado y los consejos de Mª Antonia este año, han hecho que al menos comprenda de que hablamos, que escuchemos la misma sintonía, y que en mi aula haya aplicado algunas prácticas que hacen que ya no me de tanto miedo como antes abordar esta metodología de trabajo, hace que no la vea tan lejana.
Ya no abro y cierro proyectos de trabajo como unidades didácticas, ya intento entrelazarlos; los dejo abiertos y recurro a ellos para relacionar conocimientos que hemos obtenido de distintas fuentes y temas de trabajo pero que tienen algo en común.
No obstante me cuesta, me cuesta mucho porque me siento muy torpe en esta labor, y me cuestiono si ese entramado que estoy llevando a cabo realmente despierta interés en los niños o si ese interés que muestran los niños tiene lugar porque yo se lo estoy provocando.
También me resulta muy difícil conseguir un clima tranquilo y dinámico de trabajo a la vez, en el que no afloren las continuas notas discordantes que provocan los niños, pero pienso que eso también es parte de su desarrollo y aprendizaje.
Así que hago balance, y me animo, pues se que ya he comenzado a andar, y este camino me gusta aunque haya recorrido un corto trecho.
No voy a parar a pesar de los obstáculos que tenga que sortear durante el mismo porque la recompensa que voy a encontrar al final es muy valiosa: personas críticas, con valores, que toman las riendas de su propio aprendizaje y se saben protagonistas de su desarrollo integral, que tienen algo que decir en la sociedad que hoy viven, y que en un futuro les tocará vivir.
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