Después de haber leído los artículos y siendo este el segundo año que participo en el curso cada vez se perfila más claramente que tipo de maestra quiero llegar a ser. Quiero ser una maestra abierta a las ideas, necesidades e inquietudes de mis alumnos y alumnas, que le de entrada a sus voces, teniendo en cuenta sus intereses y demandas. Quiero estar atenta al mundo exterior para poder llevarlo a la clase y compartirlos con ellos, quiero crear un espacio participativo donde intervengan distintos y variados elementos del entorno. Además considero que es muy importante crear un vínculo de grupo desde un primer momento. Fomentar que se establezcan entre los niños lazos fuertes y que busquen su propia identidad de grupo. Además quiero que el entusiasmo y la vitalidad forme parte de mi clase
Creo que mi papel en todo el proceso que quiero construir es fundamental pero no debe ser coercitivo ni impositivo. Aunque un año después me siga costando mucho trabajo hacerlo cada vez siento mas la necesidad de dejar a un lado las programaciones y a las actividades totalmente planificadas. Tengo que empezar a dar más cabida a las conversaciones espontáneas que surgen en diferentes momentos a lo largo de la jornada entre los niños y las niñas de mi clase e intentar no dirigirlas todas hacia el punto al que quiero llegar limitando a veces sus ideas y sus aportaciones.
Por todo esto me comprometo a ir dejando de lado esas actividades perfectamente planificadas, a fomentar más momentos de conversaciones colectivas y a estar realmente pendientes de ellas, recogiéndolas y analizándolas. También asumo la importancia de hacer más observaciones sobre como reaccionan ante diferentes ideas, actividades y estímulos, como se mueven en el aula, como interactúan entre ellos, etc. y a registrar más sus sentimientos y emociones y no simplemente que se hace cada día y si la jornada ha ido bien o mal según mi punto de vista.
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