martes, 8 de noviembre de 2011

Susana Montalvo Periane. Narración

Nuestras primeras huellas juntos…

Este año es el tercero que trabajo desde la perspectiva de proyectos de trabajo, el mismo tiempo hace que me formo en esta línea, y parece que es cuando estoy empezando a resignificar todos los conocimientos obtenidos hasta ahora. Me ha costado llegar hasta aquí, y sé que me queda mucho por aprender y no me va a costar menos que hasta ahora. Problematizar en la escuela, también hace nuestra tarea cada vez más compleja, que no complicada; porque aunque en ocasiones sea difícil, a mí me parece apasionante y me hace seguir.

Los dos años anteriores han servido para cometer un montón de errores, pero también para aprender de ellos. Ahora me sitúo de otra forma en el aula. En realidad tenía ilusión de empezar nueva etapa. Así que este año soy tutora de un grupo con 25 niñas y niños de 3 años. Y si nada lo impide, estaremos juntos durante 3 cursos.

En septiembre estaba muy convencida de cómo iniciar la marcha del curso, y tenía muy claros algunos de mis propósitos. Por esto pretendo profundizar en 3 ejes:
1- Nosotros mismos y nosotras mismas: las personas. Ir profundizando en el conocimiento de nosotros mismos y los demás, crear identidad de grupo, establecer lazos sólidos de colaboración con la familia.
2- El aula. A partir de la pregunta, ¿cómo es la escuela que queremos? (abierto a la comunidad). Generando la necesidad e importancia de normas de convivencia, creándolas en el grupo, cuidando los espacios y tiempos, descubriendo a otras personas y estancias del centro…
3- El mundo. Acercamiento a la comprensión del mundo generando espíritu crítico, problematizando la realidad. Abordando temas de interés general y cuestiones que interesen particularmente en nuestro grupo humano. Incorporar cuestiones relacionadas con el decrecimiento, la sostenibilidad y las energías. El arte. Los lenguajes. Las emociones. La ciencia.

También tenía clarísimo (y sigo teniéndolo) que la conversación será el vehículo, recurso, herramienta…para conseguirlo. Y que este año, quiero centrarme en aspectos que me han costado más hasta el momento como: la documentación y narración de lo que hacemos, el tratamiento de la información, y trabajar con y las ideas de los pequeños.

Así llegó el momento de empezar a conocernos. El primer día la acogida fue fantástica, con cada niño y su familia, hicimos un mural colectivo para adornar nuestras vacías paredes (hasta ese momento), el segundo día no estuvo mal en grupos, pero a partir del tercero… vivimos… o mejor dicho, padecimos unos días difíciles… Mis ideas de vamos a conversar y a construir juntos parecían no materializarse nunca, pero ni mínimamente. Yo trataba de no forzar, de escucharles mucho, de respetar sus identidades, de atenderles… y acababa extenuada. Ellos lloraban bastante, se hacían pipí, eran bastante desobedientes, no escuchaban nada, ni aguantaban en la asamblea más de 5 minutos seguidos… Normal, son muy pequeños. Dudé de mi profesionalidad, eché todavía más de menos a mis niños que cada mañana me saludaban cálidamente y subían a Primaria… Y pensaba ¿¿¿Qué hago yo aquí??? ¡¡Yo también quiero irme a mi casaaaaa!! Finalmente acabé optando, bastante contrariada, por sacar a la “Señorita Rotenmeyer” que llevo dentro, fuera juguetes, nada de rincones, todos sentados y haciendo “cosas” individualmente, y enfrentándome al reto de…¿Cómo se hace todo esto desde el principio? Vamos a asentar las bases del trabajo por proyectos. El principio…muy duro… (Como decía la protagonista de una obra de teatro que me encanta, “C´est la vie”).

Pero la “Rotenmeyer” a penas duró una semana, en realidad ahora, con la distancia de casi dos meses, entiendo que se me había olvidado lo que es la entrada al cole… Y que por mucho que lo intentes, no puedes controlar todas las variables.

Sirva todo esto para situarnos en el contexto, que seguro a nadie que haya pasado por el periodo de adaptación le suena desconocido. Y a continuación describo lo que puede entenderse como una práctica de conocimiento del mundo.

No me centraré en detallar qué ocurrió durante el primer mes, pero básicamente nos centramos en hábitos de higiene, alimentación y orden; disponer el aula por rincones con juguetes, propuestas y tareas que ellos querían hacer (y yo que hicieran); consolidar la asamblea como espacio de conversación, escucha y disfrute, e iniciar una rutina de lectura de cuentos semanales.

En cualquier caso, ya parecen configurarse dos itinerarios de interés, o líneas de investigación. Y reflexionando sobre el cómo han surgido, me doy cuenta de que la clave es cambiar el “chip”, no puedes esperar a que surja en el momento perfecto, el momento perfecto puede ser cualquiera en cuanto sepas verlo…

“El momento cebra” tiene que ver con el cuento semanal, que en esa ocasión era “La cebra Camila”, les encantó la historia y en un par de lecturas casi habían aprendido el texto. Me sorprendió mucho, después he visto (o he querido ver) conexiones entre ellas, ellos y Camila… son bastante juguetones, algo llorones, un poco desobedientes, crecen con abrazos, hacen amigos y les gusta el viento. La anécdota está en que ante tanto entusiasmo, una compañera de Ciclo nos regaló un globo pintado de cebra, y justo cuando lo mirábamos entusiasmados, ¡lo exploté!... No sabía dónde meterme… Ahí me dieron una de las primeras lecciones del curso, porque yo, que no podía creerme que les había explotado el globo con lo mucho que les gustaba… se hartaron de reír y no “me riñeron”, sólo Manuel me dijo -y aún de vez en cuando me recuerda- ¡Lo has explotado tú!.

Mi primera reacción fue tirar el globo a la basura. Pero Rocío dijo: tengo una idea, podemos arreglarlo con fixo (papel de celo). Y le contesté: eso no se puede arreglar con fixo. Pero en ese momento, mirando los dos trozos en la basura, y viéndola tan entusiasmada, pensé… ya estás dando respuestas anticipadas, ya les estás impidiendo actuar… Entonces me retracté y les pregunté: ¿creéis que se puede arreglar con fixo? Todos respondieron muy entusiastas que sí, y nos sentamos en asamblea para ver cómo hacíamos. Sólo Pablo decía que eso no podía ser, le pedí que nos explicara su idea, y él lo intentaba, todos intentábamos entenderle, de hecho lo contó dos veces, él lo veía muy evidente (creo que éramos los dos únicos que lo veíamos evidente) pero lo único que fuimos capaces de entender es que no podía ser porque el globo estaba “blandito” y el fixo estaba duro. ¡Un buen comienzo!


Tras varios intentos, Rocío, que afanosamente lo intentaba poner como estaba, nos declaró: No se puede. Y esto generó una respuesta en la que todos proponían traer globos, que sus papás y mamás se los comprarían…

El lunes siguiente, nadie trajo globos. Les pregunté si se acordaban de cómo estaba el globo antes de la explosión. En su mayoría dicen que sí, “así gordito” y gesticulan para expresarlo. Les pregunto si alguien quiere hacerlo en papel y Aitana se atreve. En mi cuaderno de anotaciones empieza a representarlo. Ella pinta el globo antes de que se explotara, Pablo se ofrece para completarlo tratando de pintarle el sonido que tenía (le pido que lo explique pero de nuevo no terminamos de entendernos del todo). Por último, Cristian dice que le faltan las rayas y él lo termina.


Tras esto todos quieren pintarlo también. Algunos no saben de qué estaba lleno el globo, ni por qué explotó, aunque todos parecían bastante convencidos de que con fixo no se arregla. Por parejas intentan representar el globo vestido de cebra. Tras el recreo los vemos juntos, opinando si parecen o no un globo y proponiendo mejoras. Por último yo les digo que quiero hacer también mi representación de cómo lo veo yo. Me sorprende muy en positivo cómo se desarrolla la actividad por parejas, porque francamente, dudaba de ello. Y también me sorprende la formulación de propuestas que hacen diciendo a menudo “tengo una idea”. Ahora veo muchas más potencialidades en ellos, los miro de otra manera.

A los dos días siguen sin llegar globos al aula, pero les pregunto qué creen que tenía el globo antes de que se explotara.
- Pablo, Inés y Aitana: ¡aire!
- María A.: ¡nada!
- Inés: el globo no cabe en mi mochila
- María A: sí cabe, si lo ponemos muy chico así (gesticula), sí cabe.
- Cristian: no, se explota. Si se explota se desinfla.
- Susana: ¿y qué es eso de desinflar?
- Cristian: cuando se explota con el pie.
- Miguel: es que se explota.
- Abraham: ¡catapum! (Muchos lo secundan diciendo lo mismo)
- Susana: entonces no tenemos claro lo que tiene por dentro el globo
- María A: sí, tiene aire.
- Susana: ¿y por qué has cambiado de opinión María? ¿Qué has pensado?
- María: que tiene aire y vuela.
- Susana: ¿Qué vuela? ¿Cómo?
- María A.: con alas
- Manuel P: no tiene.

Siguen cometarios acerca de lo que contiene el globo, de lo que deduzco que les interesa saber qué tiene por dentro, aire, agua o cualquier otra cosa. Decidimos traer un globo al aula para practicar, y María que traerá uno blanco para pintar a Camila.

Al día siguiente, en asamblea:
- Cristian: voy a traer muchos globos.
- María: yo lo tengo en la mochila – va a por ella y no está.
- Aitana: otra vez se ha olvidado!
- Susana: ¿y qué podemos hacer para recordarlo?
- Rocío: si lo ponemos en un papelito así mamá y papá lo saben y lo traen.
- Pablo nos cuenta que fue ayer al kiosko a buscar un globo blanco con la abuela pero no había.
- Susana: a ver, ¿os parece que si escribimos en un papel y lo llevamos a casa, los papás se enterarán?
- Pablo: podemos poner antes el nombre, después ponemos “UN GLOBO BLANCO” y después lo pintamos y así los papás ya lo saben.
- Cristian: yo creo que no, mi mamá no se va a enterar.
- Rebecca: tengo una idea, mamá me va a comprar un globo.

Escribimos individualmente un correito a propuesta de Pablo.

La respuesta fue masiva, al día siguiente casi todos traen globos, ¡lo hemos conseguido!. Alberto propone ponerlos juntos y nos dedicamos a hacer algunas clasificaciones con ellos. Otro día hemos probado a inflarlos, aunque no sale. Ya nadie tiene duda de que el globo de la cebra Camila estaba lleno de aire.




Tras esto, aporto dos sorpresas, una son dos cebras, una grande y otra pequeña, que ponemos en una caja de cebras. Y otra es un libro de experimentos de ciencia que tiene varias propuestas con globos, que puede ayudarnos en nuestro intento de hacer pruebas como surgió en una asamblea de hace días que ponemos en otra caja, la de los globos. Las ponemos en nuestra mesa de proyectos, junto con las 17 cajas de vida que han llegado hasta ahora.

Y en ese punto nos hemos quedado por ahora.

He elegido las fotos expuestas porque creo que pueden ayudar a contar el proceso seguido.

No hay comentarios: