martes, 8 de noviembre de 2011

Susana Montalvo Periane. Reflexión

Para mi los proyectos de trabajo suponen ahora, una forma de estar en la escuela y en mi vida. Desde este enfoque la escuela responde a cuestiones filosóficas que han preocupado al hombre desde siempre, quienes somos, dónde estamos, hacia dónde vamos. Yo creo que es importante dotar de este carácter a la escuela. También supone un empoderarnos como docentes. Profesionalizamos nuestras prácticas.

Las implicaciones educativas que tiene para mí son muchas ya: provocar que surjan problemas de interés; convivir en un aula orientada a la comprensión del mundo y de las personas; crear un aula como espacio de comunicación, donde estén representadas todas las voces, todos los lenguajes, donde se creen conexiones y posibilidades; un aula donde los niños desarrollen su espíritu crítico y emancipador en su necesidad de entender y de situarse en el mundo; un aula de textos colectivos, donde se aporta conocimiento de varios, donde enriquecerse de otros. Vienen al caso unas palabras que rescato de la última conferencia de Tonucci a la que asistí, con el lema “La escuela que queremos” en la que decía que cooperar es darse cuenta de que juntos podemos hacer más cosas que separados, y también sostenía que la escuela tiene que dar seguridad, no inseguridad, cada uno tienen un ámbito de excelencia y la escuela tiene que ayudar a cada uno a encontrar el suyo, no puede ser que todos tengan solo lengua y matemáticas.
Por eso también quiero una escuela de la diversidad, de la creatividad. Donde haya un clima de confianza donde no importa equivocarse, porque no hay respuestas correctas o incorrectas, sino más o menos útiles. Una escuela de la participación, una escuela del respeto, de la escucha y la conversación. Una escuela científica y no dogmática, lo que suponer redimensionar el curriculum, y abordar contenidos que emergen, y están presentes en su vida. Que conecten con los intereses vitales de los alumnos.

Aun tengo muchas resistencias para dejar de pensar en recursos de actividades cuando aparece un proyecto, es como que me salen solas. Tengo que pensar en la complejización en actividades de construcción, que realmente mueven el pensamiento del niño, y lo enfrentan a conflictos cognitivos. Me ayuda para explicarme la frase de A. Einstein de “La dificultad no radica en la aceptación de las nuevas ideas, sino en escaparse de las viejas” que nos dejaba Juanjo López. .

Este año, busco huir de la urgencia, y centrarme en lo importante, y la necesidad. Creo que hasta ahora he pecado mucho de apresurada (que no impaciente), y tengo ese propósito de enmienda. Por eso las cajas de vida han tardado casi dos meses en aparecer en el aula, y está resultando encantador; por eso las paredes de nuestra clase estaban libres al comienzo y aún están muy vacías, para que las vayamos llenando de nuestras vivencias; por eso los carteles y las listas están por hacer... Bueno, por eso y porque hay algunas cosas que me resultan muy difíciles, como por ejemplo, provocar que surja de forma “natural” el nombre de la clase, o establecer las normas de la clase sin que sean impuestas por mí, sino fruto de la necesidad y consenso del grupo (al menos en su mayoría). Otra de las dificultades con la que me encuentro es plasmar la documentación que se está desarrollando, tanto a nivel colectivo, como individual. Ya tengo algunas ideas, aunque no termino de lanzarme por ninguna.

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